martes, 10 de marzo de 2009

ARTÍCULO DE PÁGINA 12

¿Desde Dónde Miramos?

En el artículo titulado El Turismo es una Mierda (Página/12 – 22-01-09), Mariano Blejman hace un documentado recorrido por una de las aristas negativas de la actividad y menciona propuestas para su remediación, todo ello en procura de hallar respuestas que protejan el sano interés por viajar y conocer otras costumbres, hoy acotado por el avasallamiento de lo que describe como una especie de “tsunami descontrolado que arrasa con todo aquello que quiere observar”. El autor hace un racconto de experiencias propias y ajenas que certifican el deterioro de culturas ancestrales a partir de su puesta en vidriera para ser miradas por los ojos de visitantes que, sin embargo, guardarán en sus retinas y memoria imágenes poco auténticas, y descontextualizadas de tiempo y lugar, a partir de que fueran congeladas tras la decisión de comercializarlas turísticamente. Comunidades particulares con rasgos sociales únicos, casi siempre ubicados en zonas pobres, que ante la arrolladora embestida de capitales provenientes del mundo desarrollado dejaron de “hacer” su historia para repetir cotidianamente lo que el folleto de las agencias vende como pintoresquismo. Años de “posar” para el turista van borrando características y transformando la originalidad de su impronta grupal y productiva en una copia de idénticos procesos ocurridos en otros espacios, tras su apropiación para convertirlos en destinos turísticos. Blejman, con cautela, arrima lo que considera un paliativo a modo de solución para las situaciones que enumera. Lanzada por una ONG inglesa y luego de rendirse ante la evidencia de “que el mercado no tiene tiempo para aguardar emprendimientos locales que beneficien a la gente nativa”, la idea apunta a establecer pautas éticas tales como fijar un porcentaje de los gastos en compras y servicios de quienes visitan un lugar, para ser destinados a la salud y educación de sus habitantes.

No caben dudas que los daños que el periodista señala existen y a los mismos me he referido en muchos de mis escritos, atribuyéndolos a la sinrazón de seguir pensando al turismo con esquemas que relegan el papel de los visitantes a la de meros espectadores convocados para admirar curiosidades, (a lo que se agrega una estructura de servicios y comodidades que replican las que los huéspedes tienen en sus lugares de origen, contradiciendo drásticamente uno de los pilares motivacionales de todo viaje cual es vivir lo distinto). Desde esta perspectiva es comprensible la desazón de Blejman, sensación que guarda similitud con tantas frustraciones generadas por el ideario consumista y depredador que enarbolan las consignas neoliberales. Respecto del intento pretendidamente reparador que rescata, debo decir que se asienta en la misma impotencia que nutre las estrategias primermundistas para apagar el incendio económico que provocaron sus irracionales políticas. Es que el formato ideológico es el mismo. En este caso, actitudes bienintencionadas pero de inocultable paternalismo que pueden resumirse así: “los dejamos sin identidad pero a cambio de escuelas y hospitales”.

No muchachos, gracias pero no nos sirve. América Latina y buena parte del mundo postergado acaba de pronunciarse en Brasil –Foro Social Mundial- por la construcción de una vía diferente para resolver las demandas de la humanidad. En consonancia con el lema de Belem, nosotros podemos decir otro turismo es posible pero con la participación y protagonismo populares en sus definiciones y estructuras productivas, seguramente el método más idóneo para elaborar y defender conceptos propios.


Erico Westergaard
turismoparticipativo@hotmail.com

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